Y no exageramos: el champú tiene un promedio de 15 agentes químicos, los desodorantes, 10; los perfumes, 100; las cremas corporales, 30;  los pinta uñas , 20; los jabones, 15;  las cremas de afeitar, 15…y suma y sigue.

A más cocteles químicos usados para eliminar olores, colores o pilosidades más agresiones sobre nuestra piel y nuestra salud. Omitimos, para no abrumar, el larguísimo listado y los efectos de esas sustancias sintéticas, de origen petroquímico, sobre las que es fácil encontrar abundantes referencias en las páginas oficiales de la Organización Mundial de Salud y de los propios gobiernos. 

Es importante recordar que la piel es el órgano más grande de nuestro organismo (aproximadamente 2 metros cuadrados) y que cuanto mayor sea la superficie agredida, mayor serán las consecuencias sobre las funciones básicas que cumple: actuar como barrera protectora frente al exterior, regular el metabolismo y la temperatura corporal y asegurar el sentido del tacto.

El contacto de esos cócteles químicos con nuestra piel además de interferir en el desarrollo de esas funciones básicas para la salud, supone el riesgo añadido de traspasar epidermis y dermis y entrar a nuestro organismo aumentando la carga química y tóxica  del mismo.  Lo que resulta altamente preocupante porque muchas de esas sustancias químicas son poténciales  alteradoras endocrinas, neurotóxicas, mutagénicas, teratogénicas, cancerígenas, etc.

Efectos y consecuencias que son aún más preocupantes, por sus especificidades biológicas, en el caso de mujeres, niños/as y adolescente

BUENA NOTICIA ES QUE HAY ALTERNATIVAS

Las recomendaciones son fáciles de seguir: beber abundante agua para una buena hidratación de la piel y del conjunto del organismo, evitar el alcohol y el tabaco, lavarse diariamente para evitar que se obstruyan los poros, utilizar jabones cremosos ecológicos, etc.

El agua y el jabón natural (ese que hacían nuestras abuelas y que servían para lavar ropas y cuerpos) es la mejor solución para muchos de los problemas que creemos que afectan a nuestra piel y que la mayoría de las veces impuesta por la publicidad al servicio de las grandes corporaciones químicas.

La naturaleza y la ecología ofrecen numerosas soluciones, no necesariamente más caras pero desde luego infinitamente más saludables.

Algunas las podemos elaborar nosotras mismas, de forma sencilla y accesible, y otras comprarlas con las garantías de los sellos ecológicos, acreditados por la UE.

Ambas soluciones son buenas para nuestra piel, nuestra salud e incluso nuestro bolsillo. Importa, y mucho, tener las cosas claras:

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