Conste que no queremos amargarte la vida sino informarte para que decidas y gestiones tú salud: el azúcar mata dulcemente. En el consumo elevado de azúcar, según abundantes estudios científicos, puede encontrarse la causa de algunas enfermedades: cáncer, obesidad, afecciones cardiovasculares, diabetes Tipo 2, hipertensión, sobrecarga hepática, caries…

Si a los daños que ocasiona el azúcar para la salud hay que añadir su extremado carácter adictivo, su presencia innecesaria en cientos de alimentos que consumimos y las presiones del potente lobby azucarero, el problema de salud personal y pública no puede ser más dañino ni alarmante. Así de amarga es la realidad.

Veamos.

¿Necesita nuestro cuerpo algún tipo de azúcar? Claro, sin glucosa no podríamos vivir porque es un nutriente determinante para nuestro organismo, pero esa necesidad queda cubierta, como así ha sido a lo largo de la historia de la Humanidad, con la ingesta de muchos alimentos naturales que la contienen: frutas, verduras, harinas, leche…

Entonces, si la glucosa que precisamos está a nuestro alcance en una dieta diversa y rica, ¿por qué necesitamos una innecesaria “sobredosis”? La respuesta es obvia: porque es adictiva, muy adictiva. Tanto que según estudios realizados con ratones, por la Universidad de California, se demostró que cada vez necesitaban consumir cantidades mayores para sentirse tranquilos. Pero lo más significativo es que se observó que si se les retiraba el azúcar manifestaban síntomas y reacciones a la interrupción drástica del suministro atravesando un auténtico “mono de abstinencia”. Pero esa dependencia no se da solo en los ratones, son muchas las personas que sienten la misma necesidad porque su organismo ha generado dinámicas de demanda-compensación.

Llegados a este punto podemos sentir cierto escepticismo que nos lleve a pensar que “nada de eso me puede ocurrir a mí porque yo solo tomo una cucharadita de azúcar con el café y un croissant al día”.

Si eso fuera así no sería ni tan malo, pero no es así. A esa ingesta que puede parecernos hasta razonable ha de añadirse el azúcar que consumimos cada día con los productos más variados (refrescos, pastas, yogures, quesos, jamón, chocolate, chuches, barritas de cereales, pan, galletas…) y cualquier producto procesado (salchichas, cereales, frutas, hortalizas, cremas de verduras, verduras troceadas, tomate enlatado, natural o frito…).

La lista es infinita, interminable.

El azúcar se ha convertido en el comodín del lobby industrial alimentario para “endulzarnos la vida”. Si de los productos que llevamos en el carro de la compra del fin de semana pudiera extraerse, concentrarse y visualizarse todo el azúcar que contienen, nos llevaríamos un susto morrocotudo.

En definitiva, si al hecho de que el azúcar está en prácticamente todos los productos alimenticios que consumimos, le añadimos que es fuente y origen de muchos y muy graves problemas para la salud, es obvio que tenemos un problema.

Ahondar en algunos aspectos sobre el uso y abuso, por parte de la industria alimentaria, del azúcar y sus alternativas preventivas y naturales haría demasiado extenso este texto y en “Miau, ideas con amor” buscamos hacer pedagogía ecológica de vida sana. Por eso, haremos un segundo artículo que desgrane todas esas cuestiones y te ofrezca alternativas. Nos daremos por satisfechos si con esta aportación hemos conseguido llevar a tu ánimo la convicción de que hay que plantar cara a un producto, por más dulce que sea, que no aporta ningún nutriente y nos perjudica gravemente y, en consecuencia, disminuir drásticamente su consumo.

Para asegurarte la nueva entrega sobre el azúcar basta con que nos sigas en Instagram o en nuestra página web porque estamos convencidas que SI LA VIDA ES PODER, LA ECOLOGÍA ES VIDA.