Para cualquier mamífero no hay leche mejor que la de su progenitora. Lo que no impide que las multinacionales de la leche artificial (o de fórmula, como la denomina el sector) bombardeen a las madres con ingentes recursos publicitarios sobre la supuesta superioridad de los productos que venden. Para ello apelan a las emociones, al miedo o al desarrollo profesional de las mujeres. Y, sin embargo, resultan incontestables científicamente las ventajas de leche materna desde el minuto cero del parto, ofreciendo a la criatura sustancias facilitadoras del desarrollo del sistema inmune y cognitivo, además de protección contra la malnutrición, la diabetes, la obesidad o el cáncer.

Solo el negocio y la soberbia tecnológica pueden pretender que sea mejor la leche original que la copia, la natural, que la sintética e intentar disuadir a las madres de que amamanten a sus crías. Estas estrategias comerciales y antinaturales se entienden mejor si se sabe que el mercado mundial de la leche sintética mueve 55.000 millones de dólares, de los cuales la mayor tajada se la llevan las grandes multinacionales del sector: Kendamil, Nestlé S.A., Danone UK, Cow & Gate, Abbott, HiPP Organic UK, SMA Baby, etc. La leche materna no solo es el alimento más antiguo sino que su elaboración se produce, con tal multiplicidad de moléculas, compuestos y estímulos en el cuerpo de la madre que ningún laboratorio del mundo puede atreverse a imitar. ¿Cómo si no podría la industria ofrecer una leche adaptada a las necesidades del bebé en cada fase de su desarrollo: “calostros” (elementos esenciales para el sistema inmune), entre el primer y quinto día de vida del recién nacido; “leche de transición” (entre los seis y quince días, con alto contenido en grasas y carbohidratos para facilitar el crecimiento) y, finalmente, “leche madura” (con alta capacidad nutricional). Así pues el mejor laboratorio de producción de leche para los bebés no se encuentra en sofisticadas e higienizadas instalaciones industriales sino en el tan natural como complejo cuerpo de la madre.

Cuestión aparte son situaciones excepcionales de la maternidad o el parto en el que las leches sintéticas pueden tener un papel que cumplir, allí donde no existan bancos de leche materna.La agresiva publicidad de las empresas productoras de leche artificial ha buscado desacreditar el valor de la leche materna, especialmente en los países pobres, atribuyendo a la leche sintética propiedades de las que carece.

Y, por si fuera poco hay un “mercado negro” de leche materna, bastante extendido en internet, donde muchas mujeres pobres ofrecen su leche a cambio de dinero. Esta leche así obtenida termina generalmente en los circuitos del culturismo, donde es muy apreciada. De hecho, hay países donde está regulada la prohibición de leche materna para evitar la explotación de las mujeres más vulnerables y como vía de protección de sus propios bebés. Por último, es importante tener en cuenta que la maternidad debe contemplarse, si es posible, como un camino de preparación en el que la madre debe cuidar su cuerpo evitando la ingesta de sustancias insalubres o tóxicas para ofrecer a su bebé una leche exenta de impurezas, teniendo siempre presente que SI LA INFORMACIÓN ES PODER, LA ECOLOGÍA ES VIDA.