El título de este post es en realidad una frase pronunciada en una conferencia por el doctor Nicolás Olea Serrano, catedrático del departamento de Radiología y Medicina Física de Granada y referente mundial en materia de tóxicos químicos y alteradores endocrinos. 

Con dicha frase, el doctor Olea quería llamar la atención sobre la gravedad que para la salud humana tiene la presencia de plásticos y sustancias peligrosas en la cadena alimentaria y el medio ambiente. La existencia de esos componentes están en las hortalizas, las frutas o el pescado y son inductores de un buen número de enfermedades, algunas especialmente graves. Para profundizar en cuanto decimos, basta buscar en YouTube vídeos con su nombre para ampliar el conocimiento y la conciencia del riesgo que afrontamos.  

En línea con lo que antecede, se ha publicado un estudio italiano, Plasticenta, publicado en Environment International que ha conseguido mostrar imágenes de microplásticos  detectados en placentas.

Las autoras del estudio no saben explicar la forma en la que pudieron pasar los microplásticos a la sangre  y a la placenta, si por la respiración o la alimentación de la madre. 

Las investigadoras estudiaron las placentas de seis mujeres sanas y con embarazos normales encontrando microplásticos en todas las capas de las placentas de cuatro de ellas. Los materiales encontrados eran polipropileno,  poliéster y pigmentos utilizados para teñir materiales plásticos y textiles o de uso en revestimientos, adhesivos, fragancias y ambientadores.

Los microplásticos detectados en el cuerpo humano no son materiales inertes sino que desprenden y acumulan dentro del mismo sustancias tóxicas  que, como los denominados “alteradores endocrinos”, pueden modificar el sistema hormonal de la madre y el bebé de manera prolongada en sus vidas. Como tales alteradores endocrinos pueden llegar a actuar cientos de sustancias sintéticas (no existentes antes del desarrollo de la química industrial) que están presentes en nuestra vida cotidiana, en muchas de las cosas de las que nos rodeamos y que aparentemente nos hacen la vida más fácil y aunque menos acorde con las leyes biológicas de la naturaleza. Recordemos que los tóxicos químicos se incorporan a nuestro cuerpo por ingestión, respiración o contacto. 

MIAU es un proyecto de vida ecológica orientado a la mujer y a la infancia. Por eso todos nuestros productos no sólo son sostenibles (nombre que encubre con excesiva frecuencia productos que no lo son) sino ecológicos, exentos de sustancias químicas peligrosas y apropiados, por tanto, para estar en contacto directo, sin riesgo alguno, tanto con las madres como con los bebés.