De manera especial lo son las pizarras portátiles. Aquellas con las que las criaturas tendidas en el césped de la piscina, la arena de la playa o el jardín de casa pueden sustituir con innumerables ventajas, el móvil o la videoconsola, por un espacio ofrecido a su creatividad y a su propia evolución formativa.

Frente a la pizarra portátil el niño expresa e impulsa su imaginación, capacidad creativa  y desarrollo intelectual sin los condicionantes ni sobreestímulos artificiales que provocan todo tipo de pantallas electrónicas. De ahí su importancia para niños y niñas en  su proceso educativo y de ocio. No se trata de contraponer unas herramientas a otras sino de complementarlas inteligentemente en beneficia de las criaturas.

Durante siglos los maestros transmitieron sus conocimientos a los alumnos como buenamente podían y sobre cualquier superficie que lo permitiera, especialmente arcilla, madera, tejidos, papel, etc… No obstante, el uso de esos materiales no resultaba asequible para los sectores más humildes de la sociedad que no podían permitirse la adquisición continuada de los mismos. La introducción de la pizarra individual, por su reutilización casi ilimitada, se configura como una alternativa social, económica y sostenible para la mayor parte de la sociedad. Pero no es hasta 1800 cuando se atribuye al maestro escocés James Pillans la invención de la misma al colgar una de ellas de la pared para socializar la visión de los conocimientos impartidos, compatibilizando así el trabajo de las tablillas o pizarras individuales con la pizarra colgada de la pared y compartida colectivamente. 

Las pizarras son un excelente regalo para cualquier niño y niña, de entre 3 y 9 años, ya que con ellas creará y aprenderá a su propio ritmo. Hoy en día las pizarras incorporan hermosos diseños que las hacen atractivas por su amplia gama de colores, pero la gran novedad son las pizarras portátiles. 

Las nuevas pizarras portátiles suponen un salto innovativo importante no solo por su plasticidad y colorido sino porque son enrollables, muy fáciles de trasladar de un espacio a otro, ligerísimas de peso, adaptables a cualquier superficie y reutilizables miles de veces y para múltiples usos. De hecho, una pizarra portátil puede ser también adosada a una pared para que el niño pinte sobre ellas sin alterar con su creatividad el decorado doméstico, o como espacio de notas compartido con papás y mamás para dejar mensajes, anotar los horarios del baño, recordatorios escolares o sanitarias, etc. En este último caso, además, facilita una útil y agradable interactuación familiar, que viene a reforzar todo el proceso formativo. 

Son tantas las razones que avalan la generalización y uso de las pizarras portátiles que nos parecía obligado compartirlas contigo, porque SI LA INFORMACIÓN ES PODER, LA ECOLOGÍA ES VIDA.