El titular del artículo podría haber sido más políticamente correcto pero ello no hubiera mejorado la situación. El dato real y objetivo es que los niños y niñas defecan plástico, mucho plástico. Infinitamente más del que pudiera ser deseable dada la vulnerabilidad de sus organismos en fase de formación.   

Los micro plásticos se han extendido por toda la naturaleza y el conjunto de la cadena trófica de tal forma que ingerimos, defecamos y almacenamos micro plástico en nuestros organismos  a la vez que lo traspasamos a nuestros bebés cuando nacen. ¿Exageración?  Ni lo más mínimo. Evidencia científica, tal y como muestra un estudio publicado en Environmental Science & Technology Letters

El estudio, realizado en Nueva York, determinó que las heces  de seis bebés de un año contenían más micro plásticos que las de diez adultos de la misma ciudad. Sin embargo, el “meconio” o primeras heces de los bebés presentaban niveles equivalentes de micro plásticos que en los adultos. Este dato que puede sorprendernos no lo es tanto si tenemos en cuenta tres factores:

  1. Los bebés tienen mayor exposición que los adultos a los micro plásticos debido a que chupetes, tenedores, vasos, juguetes o ropa están hechos con materiales plásticos para evitarle posibles daños con utensilios cortantes. Y así, queriendo protegerles de un daño potencial les exponemos a otro más real y grave.
  2. Los bebés lo chupan y muerden todo (más aún en la fase de dentición) mecanismo por el que incorporan a su organismo los micro plásticos y las substancias químicas que contienen. 
  3. Los bebés no tienen conciencia de peligro y no pueden protegerse. Esa es una labor que nos corresponde a los adultos, quienes la mayorīa de las veces compramos utensilios, juguetes o ropas teniendo solo en cuenta el precio y/o la vistosidad comercial. 

Los micro plásticos encontrados con mayor frecuencia en los heces infantiles  son el tereftalato de polietileno (PET) y el policarbonato (PC), ambos obtenidos a partir del petróleo: el PET mediante una reacción del ácido tereftálico, y el etilenglicol y el PC a partir del bisfenol A y el fosgeno. 

Si quisiéramos ser más alarmistas no podríamos porque a la ingesta, por parte de los bebés,  de sustancias químicas habría que añadir que algunos estudios científicos alertan de que los micro plásticos de ciertas dimensiones podrían atravesar las membranas celulares, entrar en el sistema circulatorio y entrañar graves riesgos para la función celular. Otra noticia, igualmente desastrosa, es que lo que es malo para los bebés es igual de malo para los adultos y para el conjunto de los seres vivos. 

LA BUENA NOTICIA

La buena noticia es que tan alarmante situación puede evitarse o, al menos, reducirse fácilmente.

Dejemos de exponer a nuestros bebés y dejemos de exponernos nosotras mismas a los riesgos de los micro plásticos. En esta misma página y en otras parecidas encontrarás soluciones accesibles y saludables.

Utilicemos productos de origen natural, ecológicos y certificados: madera, lino, bambú, algodón, cerámica, etc. ¿Que esas opciones pueden resultar más caras? No siempre, pero probablemente. Pero lo que de verdad nos cuesta caro, muy caro, es la salud y la vida. A lo mejor hay que optar por consumir menos para consumir más sano y ser más felices. O dicho, como nos gusta decirlo en MIAU, ideas con amor: LA INFORMACIÓN ES PODER Y LA ECOLOGÍA ES VIDA.

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