El cuerpo humano huele, los sobacos huelen, los pies huelen , la entrepierna huele, el pelo huele…

Y si no no fuera así algo no irá bien en nuestro organismo. Cada persona emite un olor propio, fruto de múltiples factores: biológicos, alimentación, aireación de la piel, salud, edad, higiene, etc. Es obvio que no huelen lo mismo un bebé que un adolescente o un anciano.

Basta entrar a un ascensor inmediatamente después de otra persona para encontrar un rastro aromático, que la identifica con más precisión que su propio DNI.

Tendemos a hacer responsable de eso olor que nos incomoda al sudor y, sin embargo, el sudor no tiene demasiado que ver en ello ya que está compuesto por un 99% de agua y 1 % de sal, amoníaco, calcio y otros minerales, resultando el sudor totalmente inocente de la acusación que le incrimina ya que esa combinación de sustancias no huele.

La causa del olor hay que buscarla en las las bacterias que conviven con nosotras en esas áreas del cuerpo, ya que se alimentan de los ingredientes del sudor, y en su digestión generan moléculas que determinan la forma en la que olemos.

Queriendo liberarnos de un olor que nos incomoda, o creemos que nos provoca distancia social, adoptamos la brutal medida de atacar ese olor con auténticas bombas químicas, atacando los rincones de nuestro cuerpo y poniendo en peligro nuestra salud.

De hecho, quédense con el dato, los desodorantes comerciales tienen de media entre quince y veinte sustancias químicas dañinas o, cuando menos, totalmente innecesarias para nuestra salud: triclosan, clorhidrato de aluminio, ciclometicona, hectorita de diesteardimonio, butano, isobutane, propano, alcohol, parabenes etc., según sean los desodorantes en spray, barra o crema.

No es objetivo de este artículo crear alarmismo innecesario, pero existen sobradas razones para poner en cuarentena nuestro hábito de rociarnos con desodorantes o antitranspirantes. Solo cuatro datos para ilustrar lo que decimos.

Los parabenes pueden funcionar en el organismo humano como disruptores endocrinos que, imitando el comportamiento de las hormonas femeninas, interfieren en la vida y crecimiento de los tumores.

Las sales de aluminio son consideradas como sustancias neurotóxicas.

Un estudio de tejidos de cánceres de seno, realizado por la doctora Aliza, encontró parabenos en 18 de los 20 tumores estudiados. Los cánceres generados en las axilas han pasado del 30 % al 60 %, desde las épocas primeras del uso de estos productos cosméticos hasta la actualidad.

Hay tanta literatura científica al respecto que quien quiera profundizar algo más en este tema no le resultará nada difícil hacerlo.

LA BUENA NOTICIA: es posible combatir el mal olor de forma natural. Para quien busque soluciones comerciales (aquí no haremos propaganda de marcas) podrá encontrar en tiendas ecológicas productos exentos de esas sustancias peligrosas. Cabe también la posibilidad de hacerte tu propio desodorante.

En internet hay muchas recomendaciones y propuestas de desodorantes caseros, naturales y ecológicos. Tu intuición y el conocimiento de tu propio cuerpo te hará saber cual es el que mejor puede adaptarse a tus necesidades. Aunque también cabe emular el comportamiento de Cameron Díaz, que lleva veinticinco años (el año que viene cumplirá los cincuenta) sin usar desodorantes. Y si ella puede……

Y es que, como decimos en MIAU, ideas con amor, SI LA INFORMACIÓN ES PODER, LA ECOLOGÍA ES VIDA